martes, 29 de noviembre de 2011

EL RINCÓN DEL MITO (Mitos sobre el VIH)...!!!


Mitos sobre el VIH:

La prostitución es el problema. El sexo pagado es poco frecuente en las zonas donde la epidemia de sida es más grave, probablemente por una cuestión económica, recuerda el artículo. Por ejemplo, en Lesoto, menos del 2% de los varones tiene relaciones con prostitutas, mientras que el 28% de ellos mantiene relaciones sexuales con más de una pareja habitualmente.
Los hombres son el problema."El comportamiento masculino, incluyendo las relaciones intergeneracionales y el sexo sin consentimiento contribuyen sustancialmente al establecimiento de la epidemia en algunas regiones"; sin embargo, una epidemia heterosexual requiere también que algunas mujeres tengan más de un compañero sexual simultáneamente. "La importancia de las mujeres en la propagación del VIH se demuestra también por el elevado número de parejas discordantes [en las que sólo un miembro es seropositivo] en la que quien porta el VIH es la mujer y no el varón", concluye.
Los adolescentes son el problema. Las epidemias generalizadas afectan a todas las edades reproductivas, advierte el texto. "Y aunque las chicas adolescentes se contagian a través de las relaciones sexuales con hombres mayores, las estadísticas muestran que la incidencia de VIH femenino aumenta a partir de los 20 años. En el caso de los chicos se contagian incluso a edades más tardías". Por eso señala que las campañas dirigidas a los jóvenes,  incluidas las que propugnan la abstinencia, tendrán una utilidad limitada.
La pobreza y la discriminación son el problema. Aunque estos factores pueden generar comportamientos sexuales de riesgo, el doctor Shelton recuerda que la presencia del VIH en estas regiones es más común en personas ricas que pobres, quizá de nuevo porque las primeras tienen mayor posibilidad de mantener a varias parejas sexuales al mismo tiempo.
Los condones son la respuesta."El uso de preservativos es crucial para contener la epidemia concentrada y puede proteger a algunos individuos, especialmente a quienes trabajan en el negocio del sexo", afirma el artículo, "pero tendrán un impacto limitado a nivel global".
La prueba del VIH es la solución. Saber si uno es portador del virus debería llevar a cambiar ciertos comportamientos, pero la evidencia demuestra que esto no es así, constata el texto. No sólo harían falta años para que estos cambios de conducta sean efectivos y surtan efecto, sino que quienes acaban de infectarse, es decir, aquellos con mayor capacidad para propagar el sida, no dan positivo en las pruebas hasta que transcurre cierto tiempo.



El tratamiento es la solución."En teoría", la terapia puede ayudar en la prevención al reducir la carga viral y, por tanto, la capacidad de contagio; incluso fomentando cambios en la conducta. Sin embargo, admite este especialista, también es posible que al sentirse mejor y más recuperados, los pacientes retomen de nuevo sus conductas de riesgo e incluso se desinhiban al pesar que el VIH no equivale a una sentencia de muerte.
La tecnología es la solución. A pesar de los recursos invertidos en vacunas, microbicidas y antirretrovirales profilácticos, Shelton cree que aún falta tiempo para tener éxito. Incluso la circuncisión, que él considera "sin lugar a dudas efectiva y una prioridad indudable", tardará años en tener un efecto visible.
Los comportamientos sexuales no cambiarán."Ante la perspectiva de una enfermedad mortal la gente cambia", asegura contundente el autor. Como lo hizo la comunidad homosexual en EEUU en los años ochenta, y como comienza a apreciarse en Kenia y Zimbaue, "probablemente como una reacción espontánea al miedo".
Por todo ello, Se considera que la prioridad debe centrarse en las múltiples parejas sexuales, uno de los principales motores de la epidemia y un factor de riesgo de contagio no siempre reconocido como tal. "A menudo, la limitación del número de compañeros sexuales ha sido un tema descuidado. Bien por causa de las guerras culturales entre los partidarios del preservativo y los de la abstinencia, porque tiene un aire de moralina, porque los programas han priorizado otras cuestiones o porque a la mayoría de profesionales médicos este tipo de cambios masivos de conducta les son ajenos". En su opinión, incluso una reducción pequeña de estas prácticas podría frenar significativamente a la dinámica de la epidemia en estas regiones.

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